La tercera guerra carlista tuvo lugar entre los años 1872 y 1876. Se inició con el levantamiento en armas de los partidarios de Carlos VII contra la monarquía constitucional de Amadeo I. No obstante la guerra se prolongó durante la Ia República y el reinado de Alfonso XII.
Origen
Esta guerra civil se desarrolló sobre todo en las Provincias Vascongadas, Navarra y Cataluña. Además de la defensa del orden y el catolicismo, la restauración por parte del pretendiente de los fueros abolidos por los decretos de Nueva Planta por Felipe V, influyó en la fuerza del levantamiento en Cataluña y en menor medida en Valencia y Aragón. También se alzaron algunas partidas poco activas por Andalucía, así como el resto del territorio peninsular, especialmente en áreas montañosas.
Desarrollo
Esta nueva guerra fue un importante factor de desestabilización de la monarquía democrática de Amadeo y de la Primera República. Finalmente, este conflicto entró en su última fase por diversos motivos:
- El propio desgaste militar de las tropas carlistas.
- El desarrollo de una mayor capacidad militar y ofensiva por parte del nuevo régimen, con campañas decisivas como la de la comarca de El Maestrazgo, que culminaba con la toma de Cantavieja; la dominación de Cataluña, con la ocupación de La Seo de Urgel; y la culminación de la guerra en el norte, con la ocupación de Montejurra y la entrada en Estella (febrero de 1876).
A finales del mes de febrero de 1876, el pretendiente al trono Carlos VII cruzó la frontera de Francia y finalizó la última guerra carlista. Para las provincias vascongadas y Navarra, el final de esta guerra supuso la definitiva desaparición de parte de los fueros, con la ley abolitaria del 21 de julio de 1876. El fin del gobierno foral en el País Vasco hizo que el gobierno de Antonio Cánovas pactase el llamado Primer acuerdo económico vasco, en el que se seguía dando cierta libertad económica a esta región, permitiendo a las autoridades locales recaudar ellos mismos los impuestos. Estos cambios políticos dieron lugar a un gran crecimiento económico e industrial del País Vasco, que se convirtió en una de las regiones más avanzadas e industrializadas del país. Por otra parte, la derrota y posterior supresión de los fueros aumentó el sentimiento foralista vasco, dando lugar años después a la creación del Partido Nacionalista Vasco en 1895 por Sabino Arana, que defendería las ideas católicas del carlismo y, de manera independiente de este movimiento, que propugnaba el regionalismo, pasaría a defender el nacionalismo.
Consecuencias
Desde la óptica Alfonsina, la victoria legitimó aún más el gobierno de la Restauración, que se vio reforzado con la promulgación de la Constitución de 1876. La tercera guerra civil del siglo XIX acabó con un asimilamiento del bando perdedor sin hacer agravios al vencido. El carlismo como amenaza militar desapareció definitivamente después de casi medio siglo de luchas intermitentes. Con este nuevo logro se consolidó aún más el sistema canovista.