La dictadura de Primo de Rivera se mantuvo hasta 1930. Las causas hay que buscarlas en la prosperidad de la segunda mitad de la década, un periodo de especial bonanza en la economía mundial, que permitió en España un crecimiento importante. Sin embargo, el gran defecto de esta ambiciosa política económica de modernización de España es la gran generación y acumulación de Deuda Pública.
La mala coyuntura económica de 1929 (el famoso crack de la bolsa de Nueva York) impide la continuación de las obras públicas. A ello hay que añadir el descontento de los partidos políticos y de los militares. Cuando Alfonso XIII se convence de que la dictadura es un peligro para su régimen retira su apoyo a Primo de Rivera que dimite en enero de 1930. Alfonso XIII decidió restablecer el viejo sistema parlamentario, pero los dos Gobiernos que se sucedieron (el de Berenguer y el de Aznar) fueron incapaces ya de resucitar lo que podía considerarse un cadáver político.
Al margen del sistema, los partidos de la oposición establecieron el Pacto de San Sebastián (1930), integrado por republicanos y autonomistas catalanes, a los que se incorporaron después socialistas y anarquistas. Finalmente la caída de la monarquía se produjo por los resultados de las elecciones municipales que tuvieron lugar el día 12 de abril de 1931, donde los partidos monárquicos fueron derrotados. El triunfo de las candidaturas republicanas en las grandes ciudades precipitó, el 14 de Abril, la proclamación de la República. La amplitud del movimiento popular llevó a que el rey Alfonso XIII, aislado y sin apoyos, abdicara de la corona y se exiliara en Italia.
La crisis económica internacional de los años treinta, cuya primera manifestación fue el crack de la bolsa de Nueva York en el año 1929, ha sido la más profunda de las experimentadas por el sistema capitalista. No obstante, sus efectos en España se notaron en mucho menor grado debido principalmente al carácter cerrado de su economía, ya que se encontraba fuertemente protegida del exterior por la política arancelaria, puesto que su producción se destinaba al mercado interior. De hecho, la depresión tardó más tiempo en afectar a España (1933 fue el año más crítico). Sin embargo, como la economía española en muchos aspectos era dependiente de los países desarrollados, la crisis internacional tuvo al menos tres consecuencias:
- Contracción del comercio exterior, que afectó en especial al sector agrícola más productivo, a la industria minera y a la siderúrgica. Las exportaciones disminuyeron en cuanto volumen y, sobre todo, en valor a causa del hundimiento generalizado de los precios en los mercados internacionales.
- Colapso de las inversiones industriales extranjeras que se agravó con la crisis política en el interior de España.
- Modificación de los flujos migratorios entre España y el extranjero, pues se interrumpieron a causa de la crisis en los países de destino y el aumento de los retornos que contribuyó al aumento del desempleo en España.
Sin embargo, los principales problemas de la II República estuvieron causados sobre todo por la situación interna: la desconfianza y el boicoteo de terratenientes y capitalistas, por un lado, y la radicalización y conflictividad social de campesinos y obreros por otro.
En suma, las dificultades internas se definían por paro agrícola, reparto desigual de la tierra, escasa financiación empresarial, escasa competitividad internacional, déficit comercial y escasa confianza de los empresarios en el régimen republicano (por sus políticas sociales y de reformas laborales).
Por otra parte, la política de los sucesivos gobiernos republicanos de disminuir el gasto público para equilibrar el déficit heredado de la Dictadura de Primo de Rivera tuvo efectos desastrosos para la industria pesada (al reducirse simultáneamente la inversión pública y privada). Las reformas laborales (aumento de salarios, descenso de la jornada de trabajo), disminuyó el beneficio del empresario (aumentando su desconfianza hacia el gobierno) pero elevó la renta de los trabajadores (lo que favoreció a las industrias de bienes de consumo).