1. Factores del clima en España: situación y latitud, maritimidad-continentalidad, relieve y circulación atmosférica
Para entender la enorme diversidad climática de España, debemos pensar en nuestro país como un cruce de caminos. Su clima no responde a una única causa, sino a la interacción de cuatro grandes factores que actúan a la vez, modelando las temperaturas y las lluvias de cada rincón del territorio.
El primer factor es la situación y la latitud. La Península Ibérica se encuentra en las latitudes medias del hemisferio norte, una zona templada del planeta que no es ni extremadamente fría como los polos ni tórrida como el trópico. Esta ubicación explica la existencia de cuatro estaciones bien diferenciadas. Además, España se encuentra entre dos grandes masas de agua con personalidades muy distintas: el inmenso y fresco océano Atlántico y el más cálido y cerrado mar Mediterráneo. Esta dualidad es clave para entender los contrastes entre la España húmeda y la seca. Por su parte, las Islas Canarias, al estar mucho más al sur, casi en el trópico, gozan de un clima con características subtropicales que las hace únicas.
El segundo factor es la lucha entre la maritimidad y la continentalidad. El mar actúa como un regulador térmico: en invierno tarda en enfriarse y suaviza las temperaturas de la costa, mientras que en verano tarda en calentarse y refresca el ambiente. Por eso, las zonas costeras, especialmente la cantábrica y la atlántica, tienen amplitudes térmicas bajas, es decir, poca diferencia de temperatura entre el verano y el invierno. Sin embargo, el interior de la Península está muy alejado de esta influencia marina. A esto se le suma la elevada altitud de la Meseta. El resultado es la continentalidad: inviernos muy fríos y veranos muy calurosos, con una gran amplitud térmica anual. Esta sequedad del interior se ve acentuada en verano por el dominio del anticiclón de las Azores, que bloquea la llegada de las lluvias atlánticas.
El tercer factor determinante es el relieve. España es el segundo país más montañoso de Europa, y esto tiene consecuencias climáticas enormes. En primer lugar, la altitud hace que la temperatura descienda (aproximadamente 0,65 °C por cada 100 metros que ascendemos). Por eso en las cumbres de los Pirineos o de Sierra Nevada hace mucho más frío que en el valle. En segundo lugar, las cordilleras actúan como barreras naturales. Cuando una masa de aire húmedo procedente del Atlántico choca con la Cordillera Cantábrica, se ve obligada a ascender, se enfría, y descarga toda la lluvia en la ladera norte (el barlovento). La ladera sur (el sotavento) y el interior de la Meseta, en cambio, reciben ese aire ya seco, creando un contraste brutal de humedad. La propia Meseta, encerrada por montañas, acentúa su propio clima continental, con inviernos gélidos y veranos tórridos.
Finalmente, el cuarto factor es la circulación atmosférica. En nuestra latitud, lo normal es que nos afecte la circulación del oeste, que trae las borrascas y frentes atlánticos cargados de lluvia, sobre todo en otoño e invierno. Sin embargo, este flujo está controlado por los grandes centros de acción, principalmente el anticiclón de las Azores (aire estable y seco) y la borrasca de Islandia (aire inestable y húmedo). El "tira y afloja" entre ambos (conocido como NAO u Oscilación del Atlántico Norte) determina si los inviernos serán más lluviosos o más secos en la Península.
2. Elementos del clima y su distribución espacial: temperatura, precipitaciones, amplitud térmica y vientos dominantes
Una vez entendidos los factores, podemos dibujar el mapa climático de España analizando sus elementos principales: cómo se reparten las temperaturas, dónde llueve más, qué diferencias térmicas existen y qué vientos soplan con más frecuencia.
La temperatura media anual sigue un patrón lógico: disminuye de sur a norte y, de forma mucho más acusada, con la altitud. Los valores más cálidos los encontramos en el valle del Guadalquivir, la costa mediterránea y Canarias, con medias que superan los 17,5 °C. En el otro extremo, las zonas más frías se localizan en las cumbres de las cordilleras y en la Meseta Norte, donde las medias apenas alcanzan los 12,5 °C o incluso menos. La influencia del mar vuelve a ser clave, creando un colchón térmico que suaviza las temperaturas en toda la franja costera frente a los valores más extremos del interior.
En cuanto a las precipitaciones, España es un país de enormes contrastes. Podríamos hablar de una "España húmeda" y una "España seca". La primera se corresponde con el norte y noroeste peninsular (Galicia y la cornisa cantábrica), donde los vientos húmedos del oeste chocan contra las montañas y dejan más de 1.800 o incluso 2.000 litros por metro cuadrado al año. También llueve abundantemente en las laderas a barlovento de las principales cordilleras. La España seca, por su parte, se extiende por el sureste peninsular (Almería y Murcia), donde apenas se recogen 200-300 litros, y por las zonas de interior que quedan a sotavento de las montañas, como el valle del Ebro. En Canarias, el patrón es muy claro: los vientos alisios hacen que las vertientes norte de las islas más altas sean húmedas, mientras que las del sur son muy secas.
La amplitud térmica anual es el mejor reflejo de la continentalidad. Mientras que en Canarias la diferencia entre el mes más cálido y el más frío es mínima (menos de 8 °C) y en el litoral cantábrico es baja (unos 11 °C), en el interior peninsular esta diferencia se dispara hasta alcanzar los 20 °C, un claro indicador de la crudeza de sus inviernos y veranos.
Finalmente, aunque la circulación del oeste es la dominante a gran escala, la interacción de este flujo con nuestro complejo relieve da lugar a vientos regionales con nombre propio. Los más famosos son el Cierzo, un viento frío y seco del noroeste que se encañona en el valle del Ebro; la Tramontana, un viento frío del norte que afecta al Ampurdán y Baleares; y el juego del Levante (húmedo y del este) y el Poniente (seco y del oeste) en el Estrecho de Gibraltar. En Canarias, los protagonistas indiscutibles son los alisios, vientos constantes del noreste que definen por completo el clima del archipiélago.
3. Dominios y subtipos climáticos peninsulares: oceánico, mediterráneo marítimo, mediterráneo continentalizado, mediterráneo seco-subdesértico y clima de montaña
Toda esta combinación de factores y elementos nos permite dividir la Península en grandes dominios climáticos. Utilizando la clasificación internacional de Köppen-Geiger, que es como el "DNI" de los climas, podemos identificar cinco grandes tipos en la España peninsular.
3.1. Dominio oceánico
Se extiende por la cornisa cantábrica y Galicia. Su rasgo principal es la ausencia de sequía en verano y unas precipitaciones abundantes y regulares a lo largo de todo el año. Las temperaturas son suaves, sin inviernos muy fríos ni veranos agobiantes, gracias a la constante influencia del océano Atlántico. Esto se traduce en una baja amplitud térmica y en el característico paisaje siempre verde de la "España húmeda".
3.2. Dominio mediterráneo marítimo
Abarca toda la costa mediterránea, desde Cataluña hasta Andalucía, además de Baleares y la costa atlántica sur. Su seña de identidad es la sequía estival, un verano seco y caluroso que lo diferencia claramente del clima oceánico. Los inviernos son suaves y las lluvias se concentran en otoño y primavera. A veces, estas lluvias de otoño pueden ser torrenciales, especialmente cuando se forman DANAs sobre un mar Mediterráneo todavía muy cálido.
3.3. Dominio mediterráneo continentalizado
Ocupa la mayor parte del interior peninsular: las dos Mesetas y la depresión del Ebro. Comparte con el clima anterior la sequía estival, pero la lejanía del mar y la altitud le dan un carácter propio y mucho más extremo. Los inviernos son largos y fríos, con heladas frecuentes, y los veranos muy calurosos. Esta es la razón de su elevada amplitud térmica anual. Es el clima de la "España seca" del interior.
3.4. Subdominio mediterráneo seco-subdesértico
Este es el clima más árido de la Península. Se localiza en el sureste (Almería, Murcia y parte de Alicante) y en algunas zonas aisladas del interior. Las precipitaciones son muy escasas e irregulares, con una sequía estival muy larga y marcada. De hecho, en algunos puntos del cabo de Gata se llega a condiciones prácticamente desérticas, siendo la zona más seca de toda Europa.
3.5. Clima de montaña
Aparece en las cumbres de las principales cordilleras (Pirineos, Sistema Central, Cordillera Cantábrica, Béticos, etc.). La altitud es el factor que lo define todo: los inviernos son muy fríos con nieve abundante durante meses, y los veranos son frescos y cortos. A medida que ascendemos, la vegetación se va haciendo más escasa hasta desaparecer en las cotas más altas, dando paso a la roca desnuda.
4. El clima de Canarias: rasgos subtropicales, alisios, inversión térmica y pisos bioclimáticos
El clima de Canarias es un mundo aparte. Su latitud subtropical, mucho más al sur que la Península, le confiere unas características únicas, dominadas por la influencia constante del anticiclón de las Azores y los vientos alisios.
El rasgo más distintivo es su suavidad térmica durante todo el año. La amplitud térmica anual es bajísima, casi siempre inferior a 8 °C, lo que se traduce en una sensación de "eterna primavera". Las precipitaciones, en general, son escasas, sobre todo en las zonas costeras de las islas orientales (Lanzarote y Fuerteventura) y en las vertientes sur de las islas más montañosas.
Los grandes arquitectos del clima canario son los vientos vientos alisios. Estos vientos, que soplan de forma casi constante desde el noreste, arrastran una capa de aire fresco y húmedo en su parte baja. Sin embargo, por encima de esta capa, el aire es mucho más seco y cálido. La frontera entre estas dos masas de aire forma una inversión térmica: una especie de "tapadera" invisible que impide que el aire húmedo de abajo ascienda.
Cuando esta capa húmeda choca con las laderas de las islas más altas (como Tenerife o La Palma), se condensa y forma el famoso "mar de nubes". Este fenómeno crea un contraste espectacular: las zonas de medianías orientadas al norte (barlovento) son muy húmedas y verdes, gracias a la humedad que aportan estas nubes, mientras que las cumbres y toda la vertiente sur (sotavento) quedan por encima o al abrigo de las nubes, presentando un aspecto mucho más seco y soleado.
Esta estructura vertical del clima da lugar a los llamados pisos bioclimáticos, una sucesión de paisajes vegetales que cambia con la altitud:
- Piso basal: En la costa, muy seco y cálido, con matorrales adaptados a la aridez como el cardonal-tabaibal.
- Piso termocanario: Una zona de transición con bosques de sabinas o palmeras, hoy muy alterada por la acción humana.
- Piso mesocanario: Coincide con el "mar de nubes". Es el dominio de la laurisilva, un bosque frondoso y húmedo, reliquia de la Era Terciaria.
- Piso supracanario: Por encima de la inversión térmica, en un ambiente más seco y soleado, se extiende el majestuoso pinar de pino canario.
- Piso orocanario: En la alta montaña, por encima de los 2.000 metros (solo en Tenerife y La Palma), el frío y la sequedad solo permiten la vida a matorrales de alta montaña como la retama del Teide.
5. Representación e interpretación: mapas de isotermas/isoyetas y lectura de climogramas
Para visualizar y entender el clima, los geógrafos utilizamos herramientas gráficas muy potentes como los mapas y los climogramas.
Un mapa de isotermas muestra líneas que unen puntos con la misma temperatura. Al observarlo, vemos claramente cómo las temperaturas descienden de sur a norte y con la altitud. La isoterma de 15 °C, por ejemplo, recorre la costa mediterránea y el valle del Guadalquivir, mientras que la Meseta norte se sitúa por debajo de los 12,5 °C. Por su parte, un mapa de isoyetas une puntos con la misma precipitación. El mapa de España muestra una "V" invertida de aridez que penetra desde el sureste, con un mínimo en Almería, y una "España verde" muy lluviosa en el norte y noroeste.
La herramienta fundamental para analizar el clima de un lugar concreto es el climograma. Este gráfico representa las temperaturas medias mensuales (con una línea) y las precipitaciones mensuales (con barras). Para interpretarlo correctamente, debemos seguir unos pasos:
- Observar la curva de temperaturas: ¿es suave o muy pronunciada? Esto nos dará la amplitud térmica y nos hablará de la maritimidad o continentalidad.
- Analizar las barras de precipitación: ¿son abundantes o escasas? ¿Están repartidas durante todo el año o se concentran en algunas estaciones?
- Aplicar el índice de Gaussen: Un mes se considera seco si el valor de su precipitación en milímetros (P) es inferior al doble de su temperatura en grados centígrados (T). Es decir, si P < 2T. La presencia de una estación seca en verano es el rasgo que define a los climas mediterráneos.
Veamos unos ejemplos:
- Un climograma de Santander nos mostrará temperaturas suaves y barras de lluvia todos los meses, sin sequía estival. Es un claro ejemplo de clima oceánico.
- El de Madrid tendrá una curva de temperatura muy pronunciada (gran amplitud térmica) y un claro periodo seco en verano (junio, julio y agosto con P < 2T). Esto define al clima mediterráneo continentalizado.
- El de Almería presentará temperaturas suaves, precipitaciones bajísimas durante todo el año y casi todos los meses serán secos. Es el prototipo de clima semiárido.
6. Riesgos climáticos en España: sequías, DANAs e inundaciones torrenciales, olas de calor/frío, temporales atlánticos, incendios
El clima en España no solo define paisajes, sino que también genera una serie de peligros naturales que se convierten en riesgos cuando afectan a la población y a sus actividades.
La sequía es, probablemente, el riesgo más persistente y extendido. Hay que diferenciar entre la sequía meteorológica (un largo periodo sin llover) y la escasez de agua (cuando no hay recursos suficientes para satisfacer las demandas). En un país con un clima predominantemente mediterráneo, las sequías son un fenómeno recurrente que afecta gravemente a la agricultura y al abastecimiento de las poblaciones.
En el extremo opuesto se encuentran las inundaciones torrenciales, a menudo asociadas a las DANAs (Depresiones Aisladas en Niveles Altos), popularmente conocidas como "gotas frías". Este fenómeno, típico del otoño mediterráneo, se produce cuando una bolsa de aire muy frío en altura se aísla sobre el mar cálido, generando nubes de gran desarrollo vertical que descargan lluvias de una intensidad extraordinaria en muy poco tiempo, provocando crecidas súbitas en ríos y ramblas.
Las olas de calor en verano y las olas de frío en invierno son otro riesgo importante. Las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas debido al cambio climático, suponen un grave peligro para la salud, especialmente para personas mayores y niños. Las olas de frío, aunque menos frecuentes, pueden causar problemas en el transporte, la agricultura (por las heladas) y en el suministro energético.
En la fachada atlántica y cantábrica, los temporales atlánticos de viento y oleaje son un riesgo recurrente durante el otoño y el invierno. Las borrascas de gran impacto pueden generar vientos huracanados y olas de gran altura que causan importantes destrozos en las zonas costeras e infraestructuras portuarias.
Finalmente, los incendios forestales son un riesgo estrechamente ligado al clima. Los veranos secos y calurosos del clima mediterráneo, combinados con olas de calor y vientos fuertes, crean las condiciones perfectas para que los incendios se inicien y se propaguen con gran virulencia, un problema agravado por el abandono del medio rural y la acumulación de combustible vegetal.
7. Cambio climático en España: evidencias, tendencias observadas, proyecciones e impactos; políticas de mitigación y adaptación
El cambio climático no es una amenaza futura, sino una realidad presente con evidencias claras en España. Los datos de la AEMET son contundentes: las temperaturas medias han aumentado de forma inequívoca, y los años más cálidos registrados se concentran en las últimas décadas. 2022 y 2023, por ejemplo, fueron años de calor récord. Este calentamiento se traduce en olas de calor más frecuentes, intensas y duraderas, y en un aumento de las noches tropicales (noches en las que la temperatura no baja de 20 °C).
España, por su ubicación, forma parte de un "punto caliente" (hotspot) del cambio climático: la cuenca mediterránea. Las proyecciones científicas indican que, a lo largo de este siglo, las tendencias observadas se agudizarán. Se espera una reducción de las precipitaciones totales, especialmente en el sur y el interior, lo que agravará las sequías. Al mismo tiempo, los episodios de lluvia torrencial podrían ser más intensos, aumentando el riesgo de inundaciones. Además, el nivel del mar está subiendo, lo que amenaza a nuestras costas con inundaciones permanentes y una mayor erosión. En las montañas, la nieve será cada vez más escasa, afectando a los recursos hídricos y al turismo de invierno.
Los impactos socioeconómicos de estos cambios son enormes:
- Agua: Habrá una mayor competencia por un recurso cada vez más escaso, afectando al abastecimiento urbano, la agricultura y la producción de energía hidroeléctrica.
- Agricultura: El estrés hídrico y el calor extremo reducirán el rendimiento de muchos cultivos.
- Salud: Las olas de calor aumentarán la mortalidad y los problemas respiratorios.
- Turismo: El modelo de "sol y playa" podría verse afectado por el calor extremo, mientras que el turismo de nieve podría desaparecer.
Ante este desafío, se han puesto en marcha políticas en dos frentes. Por un lado, la mitigación, que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En España, el marco principal es la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que apuestan decididamente por las energías renovables. Por otro lado, la adaptación, cuyo objetivo es prepararnos para los impactos que ya son inevitables. El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) coordina las acciones para gestionar mejor el agua, proteger las costas, adaptar nuestras ciudades y prevenir los riesgos climáticos.
8. Implicaciones territoriales y socioeconómicas: agua y usos del suelo, agricultura, energía, turismo y ordenación del territorio
La diversidad climática de España y los nuevos desafíos del cambio climático condicionan profundamente la organización de nuestro territorio y nuestras principales actividades económicas.
La gestión del agua es, sin duda, el mayor reto. La planificación se realiza a través de los Planes Hidrológicos de Cuenca, que intentan equilibrar los recursos disponibles (cada vez más mermados) con las demandas de la población, la agricultura y la industria. En las zonas más áridas, como el sureste, la desalación de agua de mar y la reutilización de aguas depuradas se han convertido en soluciones estratégicas para garantizar el suministro.
En la agricultura, el clima determina qué se cultiva y cómo. La España húmeda del norte se orienta a la ganadería y a cultivos que necesitan agua, mientras que en el interior domina el secano (cereal, viñedo, olivar). El regadío, que consume la mayor parte del agua en España, está en plena transformación hacia métodos más eficientes como el riego por goteo para maximizar cada gota. La sequía y las olas de calor ya están forzando a los agricultores a adaptar sus cultivos y calendarios.
El sector de la energía está viviendo una auténtica revolución impulsada por el clima y las políticas de mitigación. España tiene un enorme potencial para las energías renovables: mucho sol en el sur y el interior para la energía solar fotovoltaica, y mucho viento en zonas de meseta y sierras para la energía eólica. Estas dos fuentes ya lideran la producción eléctrica en nuestro país, especialmente en comunidades como Castilla y León, Andalucía y Castilla-La Mancha.
El turismo, uno de los pilares de nuestra economía, también es muy dependiente del clima. El modelo tradicional de "sol y playa" se ve amenazado por las olas de calor extremo en verano, lo que podría desplazar la temporada turística hacia la primavera y el otoño. Al mismo tiempo, la escasez de nieve pone en jaque a las estaciones de esquí. La sostenibilidad y la diversificación de la oferta turística son claves para la adaptación del sector.
Finalmente, todo esto debe ser gestionado a través de la ordenación del territorio. Instrumentos como la Agenda Urbana Española buscan promover ciudades más compactas, verdes y resilientes al calor y a las inundaciones. La planificación debe tener en cuenta los mapas de riesgo de inundación para no construir en zonas peligrosas y debe proteger y restaurar la infraestructura verde (ríos, bosques, humedales) que nos ayuda a amortiguar los impactos climáticos.
Glosario de Términos Clave
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Adaptación (al cambio climático)
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Estrategias y medidas orientadas a reducir la vulnerabilidad de los sistemas humanos y naturales ante los efectos del cambio climático que ya son inevitables. No busca frenar las causas, sino prepararnos para las consecuencias. En España, ejemplos de adaptación son la modernización de los sistemas de regadío para usar menos agua, la construcción de defensas costeras ante la subida del nivel del mar o la creación de refugios climáticos en las ciudades para las olas de calor. [Volver al texto]
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Alisios
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Vientos constantes que soplan desde las altas presiones subtropicales hacia el ecuador. En el hemisferio norte, soplan desde el noreste (NE). Son los vientos dominantes en las Islas Canarias, donde arrastran una capa de aire fresco y húmedo en su parte baja, siendo los responsables del fenómeno del "mar de nubes". [Volver al texto]
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Amplitud térmica (u oscilación térmica)
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Diferencia entre la temperatura máxima y la mínima de un periodo de tiempo determinado. La amplitud térmica anual (diferencia entre la temperatura media del mes más cálido y la del más frío) es un indicador clave de la continentalidad. Por ejemplo, la costa cantábrica tiene una baja amplitud térmica (clima suave), mientras que la Meseta, y en especial Castilla y León, presenta una amplitud térmica muy alta, con inviernos gélidos y veranos tórridos. [Volver al texto]
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Anticiclón de las Azores
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Área de altas presiones (aire estable, seco y sin nubes) que se sitúa de forma casi permanente en el Atlántico Norte, cerca de las islas Azores. Su posición condiciona el tiempo en España: en verano se desplaza hacia el norte y bloquea la llegada de borrascas, causando la sequía estival característica del clima mediterráneo. En invierno, su debilitamiento permite la entrada de los frentes atlánticos. [Volver al texto]
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Aridez
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Condición climática caracterizada por una falta de agua permanente, resultado de un desequilibrio en el que la evaporación y la transpiración de las plantas (evapotranspiración) superan a la cantidad de precipitación. La aridez define a los climas desérticos y semiáridos, como los que se encuentran en el sureste peninsular. [Volver al texto]
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Barlovento
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Ladera de una montaña o cordillera que recibe directamente el impacto de los vientos húmedos. Al chocar con el relieve, el aire se ve forzado a ascender, se enfría, se condensa y provoca abundantes precipitaciones. Un ejemplo claro en España es la cornisa cantábrica, que está a barlovento de los vientos húmedos del Atlántico. [Volver al texto]
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Borrasca (o depresión)
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Área de bajas presiones atmosféricas donde el aire tiende a ascender, enfriarse y condensarse, dando lugar a tiempo inestable, nubosidad y precipitaciones. Es el fenómeno meteorológico opuesto al anticiclón y el responsable de la mayor parte de las lluvias que recibe la Península, especialmente las que llegan con los frentes atlánticos. [Volver al texto]
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Cambio climático
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Alteración significativa y duradera de los patrones globales o regionales del clima. Aunque en la historia del planeta ha habido cambios climáticos naturales, el término se usa actualmente para describir el calentamiento acelerado del sistema climático debido al aumento de los gases de efecto invernadero emitidos por la actividad humana desde la Revolución Industrial. [Volver al texto]
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Chorro polar (Jet Stream)
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Potente y estrecha corriente de aire que se mueve a gran velocidad en las capas altas de la atmósfera, a unos 10 km de altitud, circulando de oeste a este. Actúa como una "autopista" que dirige las borrascas y anticiclones. La posición y ondulación del chorro polar sobre el Atlántico determina en gran medida el tiempo que tendremos en la Península Ibérica.
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Cierzo
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Viento fuerte, frío y seco de componente noroeste (NW) que sopla en el valle del Ebro. Se origina cuando hay un anticiclón en el Cantábrico y una borrasca en el Mediterráneo, creando un pasillo por el que el aire se acelera. Es conocido por aumentar la sensación de frío en invierno y por su efecto secante sobre los cultivos. [Volver al texto]
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Climograma
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Gráfico que representa el resumen de los datos climáticos de un lugar a lo largo de un año. Combina una línea que muestra la evolución de las temperaturas medias mensuales y unas barras que indican las precipitaciones mensuales. Es la herramienta fundamental para analizar, identificar y comparar diferentes tipos de climas. [Volver al texto]
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Continentalidad
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Conjunto de características climáticas propias de las zonas del interior de los continentes, alejadas de la influencia suavizadora del mar. Se caracteriza por una elevada amplitud térmica (inviernos muy fríos y veranos muy calurosos) y, por lo general, precipitaciones escasas. La Meseta española es el ejemplo paradigmático de clima con una fuerte continentalidad. [Volver al texto]
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Corriente de Canarias
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Corriente oceánica de aguas relativamente frías que fluye en dirección suroeste a lo largo de la costa noroccidental de África, bañando las Islas Canarias. Estas aguas frías contribuyen a enfriar y estabilizar la base de los vientos alisios, reforzando la inversión térmica y la aridez de las zonas costeras del archipiélago.
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Cuenca hidrográfica
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Territorio cuyas aguas superficiales fluyen y drenan hacia un mismo río principal y sus afluentes, o hacia un mismo lago o mar. Está delimitada por la divisoria de aguas, una línea imaginaria que sigue las cumbres de los relieves circundantes. Ejemplos en España son la cuenca del Duero, del Ebro o del Guadalquivir.
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DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos)
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Fenómeno atmosférico, antes conocido como "gota fría", que se produce cuando una masa de aire muy frío en las capas altas de la atmósfera se desprende de la circulación general del chorro polar y queda aislada. Si esta bolsa de aire frío se sitúa sobre el mar Mediterráneo en otoño, cuando sus aguas están muy cálidas, puede generar tormentas extremadamente violentas y lluvias torrenciales. [Volver al texto]
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Depresión (del Ebro / Guadalquivir)
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En términos geográficos, es una zona extensa de relieve relativamente bajo o hundido, rodeada de terrenos más elevados. Las depresiones del Ebro y del Guadalquivir son grandes valles fluviales con un clima propio, caracterizado por acentuar el calor en verano y, en el caso del Ebro, por la canalización del viento (cierzo) y la frecuencia de nieblas en invierno. [Volver al texto]
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Desalación
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Proceso por el cual se elimina la sal del agua de mar para convertirla en agua potable o apta para el riego. Es una fuente de recursos hídricos no convencional, muy importante en las zonas más áridas de España, como el sureste peninsular (Murcia, Almería, Alicante) y los archipiélagos. [Volver al texto]
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Efecto Foehn (o Föhn)
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Fenómeno climático que se produce en las laderas de sotavento de las cordilleras. El aire, ya seco tras haber descargado la lluvia en barlovento, desciende por la ladera, se comprime y se calienta rápidamente, provocando un aumento brusco de la temperatura y una sequedad extrema del aire.
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Exposición (riesgo)
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Componente del riesgo climático que describe la presencia de personas, bienes, infraestructuras, actividades económicas o ecosistemas en zonas donde pueden ocurrir peligros climáticos. Por ejemplo, una ciudad construida en la llanura de inundación de un río tiene una alta exposición al riesgo de inundación.
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Frente
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Superficie que separa dos masas de aire de características diferentes (temperatura, humedad). El paso de un frente suele provocar cambios bruscos en el tiempo, nubosidad y precipitaciones. Un frente frío ocurre cuando una masa de aire frío avanza y desaloja a una cálida, mientras que un frente cálido es el caso contrario. [Volver al texto]
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Gradiente térmico vertical
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Ritmo al que disminuye la temperatura del aire a medida que se asciende en altitud en la troposfera. De media, este descenso es de aproximadamente 0,65 °C por cada 100 metros de ascenso. Es la razón por la que las cumbres de las montañas son mucho más frías que las zonas bajas.
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Helada
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Fenómeno meteorológico que ocurre cuando la temperatura del aire en contacto con el suelo desciende a 0 °C o menos. El vapor de agua del aire se condensa y se congela sobre las superficies en forma de hielo. Son frecuentes en el interior peninsular durante el invierno (especialmente en la Meseta Norte) y suponen un grave riesgo para la agricultura. [Volver al texto]
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Hotspot (climático)
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Término inglés que se traduce como "punto caliente". Se refiere a una región del planeta donde los impactos del cambio climático se manifiestan de forma especialmente intensa y acelerada. La cuenca del Mediterráneo, y por tanto España, está considerada uno de los principales hotspots climáticos del mundo por su alta vulnerabilidad al aumento de las temperaturas y a la disminución de las precipitaciones. [Volver al texto]
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Índice de Gaussen
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Fórmula matemática simple utilizada para determinar si un mes es seco o árido en un climograma. Se considera que un mes es seco cuando el valor de sus precipitaciones en milímetros es inferior al doble del valor de su temperatura media en grados centígrados (P < 2T). Es el método más utilizado para identificar la sequía estival de los climas mediterráneos. [Volver al texto]
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Infraestructura verde
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Red de zonas naturales, seminaturales y otros elementos ambientales planificada estratégicamente para ofrecer soluciones a problemas urbanos y climáticos. En lugar de construir con hormigón (infraestructura gris), se utilizan parques, ríos restaurados, techos verdes o corredores ecológicos para, por ejemplo, regular la temperatura, gestionar el agua de lluvia o mejorar la calidad del aire. [Volver al texto]
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Inversión térmica
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Fenómeno atmosférico que se produce cuando una capa de aire cálido se sitúa por encima de una capa de aire más frío, impidiendo que esta última ascienda. Actúa como una "tapadera" que atrapa la humedad y los contaminantes en las capas bajas. Es un fenómeno clave en el clima de Canarias, donde la inversión térmica provocada por los alisios da lugar al "mar de nubes". [Volver al texto]
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Isoyeta
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Línea imaginaria que se dibuja en un mapa para unir todos los los puntos que registran la misma cantidad de precipitación durante un periodo de tiempo determinado. Los mapas de isoyetas nos permiten ver de un vistazo dónde se localizan las áreas más lluviosas y las más secas de un territorio. [Volver al texto]
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Isoterma
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Línea imaginaria que se dibuja en un mapa para unir todos los puntos que tienen la misma temperatura media en un periodo de tiempo determinado. Los mapas de isotermas anuales en España muestran claramente cómo las temperaturas descienden de sur a norte y con la altitud. [Volver al texto]
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Köppen–Geiger (clasificación climática)
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Sistema de clasificación de los climas del mundo más utilizado a nivel internacional. Se basa en criterios cuantitativos, utilizando umbrales de temperatura y precipitación medias mensuales y anuales para asignar a cada lugar un código de letras que define su tipo de clima (por ejemplo, Csb para el clima mediterráneo de verano fresco o BSk para el semiárido frío). [Volver al texto]
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Laurisilva
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Tipo de bosque subtropical muy húmedo y denso, característico de las zonas de medianías de las Islas Canarias que se encuentran bajo la influencia del "mar de nubes". Es un bosque relicto de la Era Terciaria, formado por árboles de hoja perenne, como el laurel o el tilo, en un ambiente de niebla constante. [Volver al texto]
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Mar de nubes
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Espectacular fenómeno visual y climático que se produce en las islas montañosas de Canarias. Se trata de una capa de nubes estratocúmulos que se forma en las laderas a barlovento, a una altitud de entre 700 y 1.500 metros, justo por debajo de la inversión térmica de los vientos alisios. Desde las cumbres, como el Teide, se puede observar este manto nuboso por debajo de nuestros pies. [Volver al texto]
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Maritimidad
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Conjunto de características climáticas de las zonas costeras, influenciadas por la acción reguladora del mar. Se caracteriza por temperaturas suaves y una baja amplitud térmica anual. Es el rasgo definitorio del clima oceánico de la costa cantábrica española. [Volver al texto]
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Medianía (Canarias)
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Nombre que reciben las zonas situadas a una altitud media en las islas Canarias, generalmente entre los 600 y los 1.500 metros. Climáticamente, suelen ser las áreas más favorecidas por las lluvias y la humedad del mar de nubes, por lo que históricamente han concentrado la actividad agrícola de las islas.
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Meseta (Norte y Sur)
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Gran unidad del relieve de la Península Ibérica que consiste en una extensa llanura elevada, con una altitud media de entre 600 y 750 metros. El Sistema Central la divide en dos: la Submeseta Norte (más alta y fría, donde se asienta la mayor parte de Castilla y León) y la Submeseta Sur (más baja y cálida). Su altitud y aislamiento por cordilleras son la causa principal de la continentalidad del clima del interior de España. [Volver al texto]
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Mitigación (del cambio climático)
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Conjunto de acciones destinadas a reducir o limitar las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera para frenar las causas del cambio climático. Los ejemplos más importantes de mitigación son la transición hacia las energías renovables (solar, eólica), el fomento del transporte público y la mejora de la eficiencia energética en edificios e industrias. [Volver al texto]
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NAO (Oscilación del Atlántico Norte)
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Patrón de variabilidad climática que consiste en la fluctuación de la diferencia de presión atmosférica a nivel del mar entre la borrasca de Islandia y el anticiclón de las Azores. Este "tira y afloja" determina la intensidad y la trayectoria de las borrascas atlánticas en invierno. Una NAO negativa suele asociarse con inviernos más lluviosos en la Península Ibérica. [Volver al texto]
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Ombrotipo (bioclimatología)
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En la ciencia de la bioclimatología, es un índice que clasifica un clima en función de la cantidad de precipitación anual. Permite diferenciar categorías que van desde el desértico o semiárido (muy poca lluvia) hasta el ultrahiperhúmedo (lluvias extraordinariamente abundantes).
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Pisos bioclimáticos
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Sucesión de zonas de vegetación que se distribuyen de forma escalonada en una montaña debido a las variaciones del clima (temperatura y precipitación) con la altitud. El ejemplo más completo en España se da en las islas Canarias más altas (Tenerife y La Palma), donde se pasa del matorral costero a la laurisilva, el pinar y, finalmente, el matorral de alta montaña. [Volver al texto]
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Riesgo climático
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Probabilidad de que se produzcan consecuencias perjudiciales para las personas, sus bienes o el medio ambiente como resultado de la interacción entre un peligro de origen climático (como una DANA, una ola de calor o una sequía) y las condiciones de vulnerabilidad y exposición de la sociedad. El riesgo no es solo el fenómeno en sí, sino los daños que puede causar.
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Sequía estival
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Periodo de aridez que se produce durante el verano. Es el rasgo más característico y definitorio del clima mediterráneo, que lo diferencia del resto de climas templados. [Volver al texto]
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Sotavento
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Ladera de una montaña o cordillera que queda resguardada de los vientos dominantes. El aire, tras descargar su humedad en la ladera de barlovento, desciende por la de sotavento, se calienta y se seca (efecto Foehn), provocando precipitaciones muy escasas. La Meseta queda a sotavento de la Cordillera Cantábrica, lo que explica en parte su aridez. [Volver al texto]
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Tramontana
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Viento fuerte, frío y a menudo racheado de componente norte (N) o noreste (NE). Es característico de la comarca del Ampurdán en Cataluña y del norte de las Islas Baleares. Se genera por la diferencia de presión entre el sur de Europa y el Mediterráneo occidental. [Volver al texto]
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Viento dominante
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Dirección del viento que sopla con mayor frecuencia en un lugar determinado a lo largo del año. Aunque a escala peninsular los vientos del oeste son dominantes, el relieve local genera una gran variedad de vientos dominantes a escala regional, como el Cierzo en el Ebro o el Levante en el Estrecho.
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Vulnerabilidad
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Componente del riesgo climático que describe la predisposición o susceptibilidad de una comunidad, un sistema o un bien a sufrir daños ante un peligro climático. Depende de factores sociales (pobreza, edad), económicos (tipo de actividad) e institucionales (capacidad de respuesta). Por ejemplo, la población anciana es más vulnerable a las olas de calor. [Volver al texto]
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