Entendemos por Al-Ándalus el territorio peninsular dominado por los musulmanes entre 711-1492. Mientras que en los países europeos en la Alta Edad Media (entre ellos los reinos cristianos de la península) la economía era rudimentaria, rural y de subsistencia, en Al-Ándalus se produjo una "economía urbana", basada en el tráfico comercial entre la ciudad y el campo y en el comercio peninsular y extrapeninsular. Esta circunstancia convirtió a Al-Andalus en una de las economías más pujantes del Mediterráneo entre los ss IX-XIV.
La base económica siguió siendo la agricultura pero con notables mejoras. Así se perfeccionaron las técnicas del regadío y se generalizó el uso de acequias y norias. Asimismo se introdujeron nuevos cultivos, como el arroz, los agrios, la caña de azúcar, el azafrán o el algodón. La producción agrícola respondía a la demanda de una población urbana, cada vez más sofisticada y cosmopolita, llevando a las ciudades una gran variedad de productos. La industria se localizaba exclusivamente en el ámbito urbano. La gran mayoría de esta industria tenía como materia prima los productos obtenidos del campo: así en las almazaras se obtenía el aceite, en los molinos la harina. Del lino, algodón, etc., se obtenían los hilos que alimentaban una desarrollada industria textil. También existía otro tipo de industrias como la minera: explotación de mercurio de Almadén; la naval: atarazanas de Almería y Tortosa; y la industria de objetos de lujo sobre todo en Córdoba (fabricación de objetos de cristal). El comercio se desarrolló en dos ámbitos complementarios: en primer lugar en el ámbito urbano: la ciudad era el gran pulmón económico donde se producía todo lo necesario para la vida de sus habitantes y donde convergían las redes de los intercambios regionales y de larga distancia. Todos estos productos eran comercializados en los zocos (plaza o conjunto de calles dedicadas al mercado). En segundo lugar en el ámbito exterior: el mundo islámico desempeñó el papel de intermediario entre Europa, áfrica negra y Asia Monzónica. Al-Andalus se encontró en un extremo de este circuito comercial, de ahí la aparición de dos importantes rutas: ruta del oro de Sudán, y la ruta hacia Europa, de donde se obtenían esclavos, que después los comerciantes andalusíes exportaban a Oriente. De aquí, Al-Andalus, importaba productos de lujo, especias y esclavos cualificados. Este complejo desarrollo comercial exigía una sólida y abundante moneda que lo respaldara. Para ello se centralizó la acuñación de moneda en Córdoba. Al-Andalus se convirtió en centro distribuidor de oro y plata para toda Europa occidental, metales que utilizaban los países europeos para sus acuñaciones. Esto creó una relación de dependencia monetaria de los países europeos respecto a Al-Andalus.
En cuanto a la sociedad andalusí lo más singular fue la variedad de grupos étnico-religiosos que convivieron en un mismo territorio, a veces con grandes tensiones pero mayoritariamente de forma pacífica, hasta el punto de que la convivencia multirracial fue una de las principales características de Al-Andalus. Los principales grupos eran los siguientes:
- Una minoría árabe, que ocupaban los puestos más relevantes de la escala social.
- Los bereberes, grupo racial norteafricano convertido al islamismo.
- Los judíos, que ocupaban profesiones artesanales, comerciales y liberales. Residían principalmente en las ciudades.
- Los eslavos, procedentes del Centro de Europa como esclavos y que acabaron ocupando importantes cargos en la administración y el ejército.
- Los hispanovisigodos, que formaban la mayoría de la población y que tomaron dos posturas distintas: los que se convirtieron al islamismo, conocidos como muladíes; y los que permanecieron en territorio musulmán pero conservando su religión cristiana, conocidos como mozárabes (los musulmanes viviendo en territorio cristiano recibían el nombre de mudéjares).
En suma, la estructura socioeconómica andalusí presentaba un fuerte contraste con su entorno europeo por el desarrollo económico y la tolerancia étnico-religioso que se practicaba.
En lo que a vida intelectual y cultural se refiere, hablamos de un marco que gozó de enorme prestigio tanto en el mundo islámico como en la Europa medieval cristiana, tomando como modelo y lengua de expresión el árabe al tiempo que se dejaban influir por la culturas persa, hindú y grecorromana. El fenómeno cultural más importante es el de la islamización del pueblo hispano- visigodo y su arabización desde el siglo IX. En el aspecto lingüístico la imposición del árabe permitió a Al-Andalus relacionarse intelectualmente con los centros culturales del Próximo Oriente (Bagdad, Damasco, El Cairo). La relación con Oriente fue un factor fundamental de intercambio y penetración de ideas, libros, costumbres, etc. Así en el ámbito literario destaca la figura de Ibn Hazm quien en su libro “El collar de la Paloma” redacta uno de los mejores tratados sobre el amor de la literatura universal.
En cuanto a los estudios filosóficos, aparece, en el siglo XII, la figura de Averroes. También hay que destacar los estudios científicos y técnicos. Así en medicina destacó el judío Maimónides. Este progreso cultural y científico se debió, en parte, a la atmósfera de libertad ideológica que reinó en Al-Andalus durante muchos siglos. Estos libros divulgaron en España y de aquí a Europa la filosofía de la Antigua Grecia. Por otra parte, en sus obras arquitectónicas destacan dos obras arquitectónicas: la mezquita de Córdoba y el Palacio de la Alhambra en Granada.
En definitiva, la mayoría de hispanovisigodos aceptaron la civilización musulmana y formaron con sus conquistadores un verdadero Estado con personalidad propia que se convirtió en la vía de transmisión a Occidente de la ciencia griega, de gran parte de la hindú (sistema de numeración) y de la propia aportación del mundo islámico.