El origen de los regionalismos y nacionalismos como movimientos políticos debe buscarse en la negativa, por parte del sistema canovista, a aceptar otros intereses que no fueran los de los partidos del turno (Conservador y Liberal). Los más importantes son:
El nacionalismo catalán
En el s. XIX se reavivaron los sentimientos de diferenciación política y cultural con respecto a otras regiones de España; a ello contribuyeron determinados factores económicos como el desarrollo del proceso de industrialización y el avance de la urbanización en Cataluña, en contraste con el resto del país, más agrario, rural y atrasado. Los momentos que configuraron la formación del regionalismo y del nacionalismo catalán fueron los siguientes:
- La aparición de la “Renaixença”, un movimiento intelectual, literario, apolítico y de carácter burgués surgido a partir de los años treinta del siglo XIX. Su propósito consistía en difundir el pasado de Cataluña y recuperar sus señas culturales especialmente la lengua.
- La actividad de Enric Prat de la Riba, que redactó su programa conocido como “Las Bases de Manresa”, donde se pedía un régimen de autogobierno para Cataluña y se proponía un reparto de funciones entre el poder estatal central y el poder regional autónomo. Prat de la Riba era miembro de la burguesía católica e industrail y, por tanto, conservador.
- La formación de la Lliga Regionalista en 1901, surgida tras el acuerdo de varios grupos catalanistas moderados, entre los cuales se encontraba Prat de la Riba. El equipo dirigente de la Lliga quedó encabezado por Francesc Cambó, como líder principal, y por el mismo Prat de la Riba como ideólogo de mayor valía. Este nuevo partido era burgués, católico, posibilista, moderado de marcado carácter conservador y distanciado de posiciones independentistas. Los dos objetivos primordiales del programa de la Lliga consistían en demandar la autonomía política de Cataluña dentro del Estado español. Sin embargo, los propósitos de la Lliga colisionaron con el cerrado centralismo de los gobiernos de la Restauración.
El nacionalismo vasco
Los signos diferenciales que identifican, en términos objetivos, a la nación vasca son el idioma euskera (aunque estaba limitado al ámbito rural y, por tanto, con escasa difusión entre la burguesía), los fueros históricos perdidos en 1876 y la rápida industrialización de Vizcaya, que estaba cambiando la economía y la cultura tradicionales.
El Partido Nacionalista Vasco (PNV) fue creado en 1895 por Sabino Arana Goiri, quien formuló los fundamentos teórico-ideológicos del PNV, con fuertes raíces carlistas y claramente conservador. Su lema era “Dios y ley vieja”. Sus principios ideológicos son:
- Separación de España y creación de un País Vasco con gobierno.
- Exaltación de la etnia vasca, así como rechazo de los inmigrantes, en su mayoría obreros industriales procedentes de fuera de las provincias vascas. Se rechazaba la “españolización”. Al principio fuerte radicalismo antiespañol.
- Integrismo religioso católico y absoluta negación de cualquier otra religión no católica. Aquí se observa de qué forma el carlismo se encuentra en la raíz del nacionalismo vasco.
- Apología del mundo rural vasco, en trance de desaparición, como modelo cultural mítico, idealizado, sin castellanizar y sin "contaminar" por ideas modernas como el liberalismo, el socialismo o el librepensamiento.
Desde el punto de vista social, durante los primeros años el PNV la gran burguesía industrial, financiera y comercial vasca se distanció del nacionalismo, debido a su radicalismo. Por ello, desde comienzos del siglo XX evolucionó hacia posiciones más moderadas.
Nacionalismo gallego
El nacionalismo gallego se desarrolló de forma mucho más lenta y con menor arraigo social, debido al atraso económico de la región y a una burguesía reducida. Una generación de intelectuales, eruditos y poetas, entre los que se encontraban Rosalía de Castro, rescataron y difundieron la lengua gallega como lengua literaria, impulsando así el resurgimiento ("O rexurdimiento") cultural de la región durante el último cuarto del siglo XIX. El galleguismo político tuvo un desarrollo más lento. En 1889 Murguía, esposo de Rosalía de Castro, fundó la Asociación Regionalista Galega, de tendencia tradicional.