Durante el reinado de Carlos I se procedió a la exploración y colonización sistemática del continente americano. Entre las numerosas campañas que se emprendieron destacaron por su importancia las conquistas de los dos grandes imperios del Nuevo Mundo: el imperio azteca de México, conquistado por Hernán Cortés (entre 1519 y 1521), y el Imperio inca de Perú, conquistado por Pizarro entre 1531 y 1533. A estas empresas siguieron otras que fueron completando el conocimiento o la ocupación del nuevo continente. Entre 1540 y 1550, se había explorado casi toda América, desde California hasta el Río de la Plata.
Consecuencias para América
A la par que la conquista, comienza la colonización, es decir, la fundación de ciudades, la administración, la explotación de recursos y el comercio. La colonización de América convirtió a la monarquía española en una gran potencia económica y colonial, que intentó sacar el máximo beneficio de aquellas tierras. Sin embargo, esta colonización trajo consigo consecuencias fatales para la población indígena entre las que cabe destacar:
- el fuerte descenso demográfico fruto tanto de las enfermedades de origen europeo como de la dureza del trabajo al que fueron sometidos; para compensar la pérdida de mano de obra se importaron esclavos negros procedentes del continente americano
- la aculturación impuesta sobre todo a través de un severo proceso evangelizador que acabó con las formas de vida y creencias tradicionales de los indígenas.
Tanto es así que desde bien pronto voces críticas con los métodos empleados, en especial desde órdenes como la de los dominicos, que denunciaban prácticas como el requerimiento (invitación forzosa a aceptar la soberanía del conquistador bajo amenaza de sometimiento por las armas); y la encomienda: a un encomendero colonizador se le asignaba una partida de encomendados indios que trabajaban la tierra y pagaban tributos a cambio de protección y evangelización. Se trataba de una forma encubierta de explotación del indio en condiciones similares a la esclavitud. Bartolomé de las Casas y otros protagonizaron en la primera mitad del siglo XVI un debate en torno a la legitimidad de la conquista que tuvo como resultado la promulgación de unas Leyes Nuevas para América (1542-43), las cuales, pese a su relativo cumplimiento, se concibieron con la intención de evitar prácticas abusivas. Esta situación fue la que dio origen a la “leyenda negra”.
Consecuencias para España y Europa
Por otra parte, a lo largo de los siglos siguientes se establecieron intensas relaciones comerciales entre España y los colonos instalados en América. España enviaba a América toda clase de productos (alimentos, vestidos, etc.) y América enviaba a España oro y plata. Estos metales aumentaron de forma inmediata la circulación monetaria que se tradujo en un aumento de la demanda de bienes. Esta demanda desembocó en un fuerte aumento del precio de los productos (inflación). Se desencadenó, así en España y en toda Europa, la revolución de los precios.
Sin embargo, este aumento en la demanda de bienes también repercutió en un fuerte crecimiento del comercio internacional y un abaratamiento del crédito, debidos a la mayor abundancia de moneda circulante. Esto provocó, como ya hemos visto, una inflación continua cuya magnitud no tenía precedentes en toda la historia europea. Sin embargo, esta subida de precios, por otro lado, estimuló a los productores a aumentar su producción ante la perspectiva de vender las mercancías cada vez más caras. Se inició, así una fase de fuerte crecimiento económico en toda Europa. Sin embargo, España desaprovechó la posición privilegiada que le ofrecía el monopolio comercial con América y empezó a quedar relegada como potencia económica. Los motivos de este fracaso económico español son varios:
- Los gastos de las guerras de Carlos I y Felipe II acabaron provocando la ruina de la Hacienda Real, el endeudamiento de la Corona con la banca extranjera y el aumento de la presión fiscal, que arruinó a los sectores productivos españoles, dado que los impuestos no estimulan la inversión.
- El carácter arcaico de los gremios que no supieron evolucionar adaptándose a la competencia.
- La mentalidad antiburguesa de la mayor parte de la población española que rechazaba el comercio y los negocios por considerarlos propios de judíos.
- La superioridad industrial de los Países Bajos, Inglaterra y Francia les permitió producir más y a menor precio y así competir sin dificultad con la escasa producción española
En suma, el hecho colonial español fue agente decisivo en la transformación económica de donde nace el mundo moderno. Este hecho creó el primer “mercado mundial” y ofreció al desarrollo de la producción europea una cobertura monetaria cada vez más abundante y barata. A partir de entonces y progresivamente el eje económico mundial pasó del Mediterráneo al Atlántico. Sin embargo, este mismo mecanismo concluyó excluyendo a España de este desarrollo del capitalismo.