La transición española, en lo político, es el proceso de desmantelamiento de la dictadura que culminó con el establecimiento de un régimen democrático. Franco muere el 20 de noviembre de 1975. La situación general era extremadamente delicada. Por una parte, amplios sectores del país reclamaban el paso a una democracia. Por otra, estaba el control que sobre toda la organización del Estado, ejercían los ultras (“bunker”). En medio de estas dos fuerzas opuestas se encontraba el Rey.
El primer acto político importante del Rey fue la confirmación de Arias Navarro como presidente de Este gobierno emprendió la tarea de democratización parcial que, sin provocar a los ultras, contentase a la oposición y al pueblo español. Pero ello llevó a la oposición a endurecer su postura.
Los aún ilegales partidos políticos democráticos reclamaban la liquidación inmediata del aparato franquista. Acompañaron sus peticiones con huelgas y manifestaciones. Perseguían tres objetivos: restaurar las libertades públicas, la amnistía para los presos políticos y la autonomía de las nacionalidades históricas.
El 30 de junio de 1976 Arias Navarro se vio obligado a dimitir y le sustituyó Adolfo Suárez, joven político formado en filas del Movimiento Nacional, pero que conectaba con las pretensiones de la Corona. Inicialmente, la elección de Adolfo Suárez no fue bien acogida por la oposición a la vista de su pasado falangista. Pero ya en la primera declaración del gobierno anunció una relación franca con la oposición, la instauración de un régimen democrático y de libertades, así como la convocatoria de elecciones antes de un año. Inmediatamente se empezó a entrevistar con los líderes de la oposición y del franquismo, convenciéndoles de que su proyecto de transición era el único viable.
El obstáculo principal podía venir del lado franquista. Suárez decidió presentar su proyecto de reforma política a un grupo de altos oficiales. Estos, a la vista de que contaba con el apoyo del rey, la aceptaron con la condición de que no se legalizaría el Partido Comunista. El paso siguiente, era que las Cortes aceptasen la reforma voluntariamente. Este era el punto culminante del derribo del franquismo.
La Ley de Reforma Política (LRP), aprobada el 18 de noviembre de 1976 por las propias Cortes franquistas, supuso el progresivo desmantelamiento del régimen. Fue la pieza clave que permitió despejar el camino hacia la democracia desde la legalidad franquista. Se trataba de una ley con rango de Ley Fundamental, cuyo texto preveía la transformación de las Cortes existentes en un Congreso de los Diputados y un Senado elegidos por sufragio universal y directo cuyo cometido sería emprender las reformas que ellas mismas estimases pertinentes. La ley fue aprobada en noviembre de 1976 por una amplia mayoría de las Cortes y refrendada en referéndum, en diciembre. La participación en el referéndum fue muy alta y la ley fue respaldada con el 94 % de los votos.
Entonces la oposición democrática renunció a la ruptura democrática, el rechazo a la monarquía, el gobierno provisional o el derecho de autodeterminación. El principal problema fue la legalización del Partido Comunista, que se realizó en Semana Santa. Ello provocó un hondo malestar en el ejército y la dimisión de algunos altos mandos. Para tranquilizarlos el PC aceptó la bandera y la Monarquía.
El 15 de abril de 1977 Suárez anunció elecciones para junio. Los partidos que se presentaban: Unión de Centro Democrático (UCD), que pretendía aglutinar al sector moderado. A su frente aparecían Suárez y el gobierno. Los hombres provenientes de la Dictadura se organizaron fundamentalmente alrededor de Alianza Popular, comandada por Manuel Fraga. Junto a ellos se presentaron el PSOE, el PCE y los partidos nacionalistas. Las elecciones se celebraron el 15 de junio con una participación muy elevada (77% del censo) en un ambiente tranquilo y esperanzado. Los resultados consagraron dos grandes partidos: UCD, con 156 escaños en Congreso de los Diputados, y el PSOE, con 118.
Estos resultados dieron paso a un nuevo gobierno, formado por UCD y presidido por Suárez. Tras las elecciones, la UCD intentó gobernar en solitario estableciendo pactos con otras fuerzas políticas con el objetivo de elaborar una nueva Constitución, construir el Estado de las Autonomías y gestionar una política económica de urgencia para paliar los efectos de la crisis de 1973.